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lunes, 30 de abril de 2012

Cuentos para trabajar los prejuicios 2

                             EL LOBO BUENO DE CAPERUCITA

EL bosque era mi hogar, yo vivía allí, y me gustaba mucho, siempre trataba de mantenerlo limpio y ordenado, cuando...
Un día soleado mientras estaba recogiendo la basura dejada por unos excursionistas, sentí pasos. Me escondí detrás de un árbol y vi venir a una niña vestida en forma muy divertida, toda de rojo y con su cabeza cubierta, como si no quisiera que la vieran. Naturalmente me puse a investigar. Le pregunté quién era, a dónde iba, de dónde venía...
Ella me dijo, cantando y bailando, que iba a casa de su abuelita, con una canasta para el almuerzo. Me pareció una persona honesta, pero estaba en mi bosque y ciertamente parecía sospechosa con esa ropa tan extraña, así que decidí darle una lección y enseñarle lo serio que es meterse en el bosque sin anunciarse antes y vestida de forma tan extraña. Le dejé seguir su camino, pero corrí a la casa de su abuelita. Cuando llegué vi a una simpática viejecita y le expliqué el problema y estuvo de acuerdo en permanecer oculta hasta que yo la llamara. Y se escondió debajo de la cama.

Cuando llegó la niña, la invité a entrar, al dormitorio donde estaba acostado, vestido con la ropa de la abuelita. La niña llegó sonrojada y me dijo algo desagradable sobre mis grandes orejas. He sido insultado antes, así que traté de ser amable, y le dije que mis grandes orejas eran para oírla mejor. Me gustaba la niña, y trataba de prestarle atención, pero ella hizo una observación insultante acerca de mis grandes ojos salidos. Ustedes comprenderán que empecé a sentirme mal: la niña tenía una bonita apariencia pero era muy antipática. Sin embargo, seguí la política de poner la otra mejilla y le dije que mis ojos me ayudaban a verla mejor. Su siguiente insulto sí que me encolerizó. Siempre he tenido problemas por mis dientes tan grandes, pero esa niña hizo un comentario muy desagradable. Sé que debía haberme controlado, pero salté de la cama y le gruñí enseñándole mis dientes, y le dije que eran grandes para comerla mejor.

Ahora seamos serios, ningún lobo puede comerse a una niña. Todo el mundo lo sabe, pero esa niña loca empezó a correr alrededor de la habitación gritando, y yo también corría detrás de ella tratando de calmarla. Como tenía puesto la ropa de la abuelita me la saqué pero fue peor, de repente la puesta se abrió y apareció un leñador con un hacha enorme. Yo lo miré y comprendí que corría peligro, así que salté por la ventana y escapé.

Me gustaría decirles que éste es el final de la historia, pero desgraciadamente no es así, pues la abuelita jamás contó mi parte de la historia. Y no pasó mucho tiempo sin que se corriera la voz de que yo era un lobo malo. Y todo el mundo empezó a evitarme. No sé qué le pasaría a esa niña antipática y vestida de esa forma tan rara, pero yo nunca más pude ser feliz...

Cuentos para trabajar los prejuicios 1

                                                             UN LOBO NO TAN FEROZ

Me llamo Sean O' Connor. Soy un lobo irlandés. Os escribo desde la prisión de Soto del Real, en Madrid, casi habiendo cumplido la totalidad de de la pena que me fue impuesta, injustamente, acusado de intento de asesinato de tres lechoncitos. Y digo injustamente porque, por alguna extraña razón nadie quiso nuca creer la versión de los hechos.

Todo empezó una tarde de invierno una tarde de invierno en que yo paseaba por los bosques de Asturias, recogiendo setas y tubérculos para la cena. Eran mi comida preferida desde que hacía un año, me había trasladado desde los montes irlandeses en busca de climas más amables. Había comprado un gran terreno con todos mis ahorros, y por fin, vivía como siempre había soñado. Aquel verano tres cerditos construyeron sus pequeñas casas dentro de mis terrenos. No me importó, pues sabía a quién acudir cuando necesitara compañía.

Esa tarde, el cielo oscureció amenazando tormenta. Decidí volver a casa, cuando observé un que violento tornado se acercaba peligrosamente hacia las casas de los cerditos. Corrí desesperadamente hacia la primera, que era de paja. Antes de auxiliarlo la casa se vino abajo y el cerdito corrió a la casa del hermano. Yo me dirigí raudo hacia ésta para intentar evitar que se cayera, pero fue inútil porque estaba levantada con ramas de árbol, y fue inevitablemente engullida por el tornado. Los dos cerditos corrieron a casa del tercer hermano para refugiarse. Para entonces era yo el que huía del tornado. Llamé desesperadamente a la puerta porque esta casa estaba construida con ladrillos y aguantaría perfectamente el vendaval. No me abrieron. Pensé que no me habrían oído, así que intenté entrar por la chimenea. Me tiré por ella y caí en un caldero con agua hirviendo que, supongo, habrían olvidado sobre el fuego.

Cuando el tornado pasó, desperté ya en el hospital penitenciario. me comunicaron que los cerditos habían puesto una denuncia por derribar sus casas e intentar comérmelos. En el juicio todos creyeron a los cerditos. Creo que su aspecto tierno y rosado ayudó mucho. Cuando yo dije que recogía verduras para comer, el jurado se rió y oí comentarios sobre mis enormes colmillos y sobre la imposibilidad de que yo fuera vegetariano, así como mi aspecto peludo y oscuro y mis extrañas ropas.
Pero digo yo: ¿cómo es posible que alguien pueda creer que soplando pudiera derribar dos de sus casas e intentarlo con la tercera? ¿por qué todos pensaron que un lobo peludo no podía ser propietario de los terrenos?

Lo único que yo quería era vivir tranquilo en mis tierras, cultivar mis hortalizas, recoger bayas silvestres y mantener limpio y cuidado el bosque. Ahora estoy enfermo y encerrado, cuando acabe la condena creo que volveré a Irlanda con las manos vacías y sin ninguna ilusión

martes, 24 de abril de 2012

Cortometrajes con valores

                                            Diez minutos   Excelente vídeo sobre la empatía.

"Por primera vez tu silencio te hace persona"

                                            Validation: Un cortometraje sobre la autoestima 

 "You paid parking... for me?"
 
 Dime que yo: sobre el egoísmo en el amor.

"Dime lo que quiero escuchar o muérete"

lunes, 23 de abril de 2012

Sueña

Tu capacidad de soñar es un lugar pequeño que habita dentro de tu ser, pero que brilla con tanta potencia, que es capaz de elevarte por los cielos y llevarte a la realización de tu vida...

--Nunca dejes de soñar--

si has construido un castillo en el aire, no has perdido el tiempo,
es allí donde deberías estar,
ahora debes construir los cimientos debajo de él.

George Bernard Shaw

domingo, 22 de abril de 2012

Francisco Tonucci



Francisco Tonucci (Frato) un excelente dibujante y pedagogo autor de: La ciudad de los niños un libro sobre la transformación de la realidad tomando a los niños como ciudadanos y protagonistas principales, en su libro incluye también ideas aportadas por ellos, muchos alumnos suyos.

Arriesgarse


Reir es correr el riesgo de parecer tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.
Acercarse a otro ser es arriesgarse a comprometerse.
Mostrar emoción es arriegar a que se te conozca.
Someter a la gente tus ideas y tus sueños es ponerlos en riesgo.
Amar es correr el riesgo de no ser correspondido.
Vivir es arriesgarse a no morir.

En toda esperanza hay riesgo e desespero,
en todo intento el riesgo de fracasar,
pero los riesgos se han de tomar,
porque el mayor riesgo en esta vida
es no arriesgar nada.

Porque el que no arriesga, nada hace...
nada tiene... nada es.

Tal vez pueda ahorrar sufrimiento y dolor,
pero a fin de cuentas no puede aprender, ni sentir,
ni cambiar, ni crecer, ni amar, ni vivir.
Encadenado por las certidumbres será un esclavo,
sacrificará el Ser libre.

Solo arriesgando se consagra la Libertad.

viernes, 20 de abril de 2012

^^

Abandonemos de una maldita vez el hábito de la derrota, esa tendencia romántica a convertirse en perdedor. Procuremos que nuestros sueños no queden olvidados en el rincón de lo imposible y manchémonos las manos con la responsabilidad de alcanzar la utopía...
...de ganar la batalla.


Ismael Serrano

sábado, 14 de abril de 2012

Neurología

Rebecca Saxe explica en un vídeo las funcionalidades de la mente, cómo los niños de 3 años reflexionan de distinta manera que los de 5  y 8 años poniendo un ejercicio muy sencillo, explica qué parte del cerebro están usando estos niños y en qué intensidad.
En su segundo experimento que explica en el vídeo intenta investigar sobre la actividad cerebral que usamos cuando hacemos un juicio de valor.
En base a este segundo experimento se ha creado una máquina que creen que cambiaría las actividades funcionales que nos ayudan a emitir juicios de valor, a través de estimulación magnética.
En el final del vídeo se aclara que no lo están usando para ese fin. Pero aun así el planteamiento es cuanto menos inquietante. ¿Qué opinais? 

http://autismodiario.org/2011/03/27/los-juicios-morales-la-empatia-y-la-teoria-de-la-mente/